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El silencio vale más que mil palabras

El silencio

El silencio. En este mundo estamos continuamente asaltados por el ruido. Ya sea la música, las insinuaciones de los demás o las discusiones de los demás, la contribución constante de los poderes externos hace que sea progresivamente difícil pensar y lograr la lucidez mental.

De vez en cuando, esta conmoción puede desviar la atención hasta tal punto que no comprendes que estás pasando por alto tu voz interna, la Esencia de Dios. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de la tranquilidad en nuestras apresuradas vidas. Sin embargo, una gran parte de nosotros rara vez posee energía para la quietud debido a las responsabilidades laborales o a los compromisos sociales.

¿Cuántos de nosotros hemos llegado a casa a toda prisa sólo para encontrar el teléfono sonando? ¿Qué número de nosotros pasa por alto deliberadamente las llamadas porque se da cuenta de que va a perder el control cuando escuche la voz del invitado? El hecho de no dar espacio a nuestras voces interiores crea un estado de tensión, malestar y estrés permanente.

La tranquilidad permite que nuestras consideraciones se asienten y se reconecten con nosotros mismos, permitiéndonos pensar en nuevos pensamientos y arreglos en lugar de depender de viejas propensiones y horarios.

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Que nos enseña el silencio

El método más sencillo para entender el significado del silencio es relacionarlo con el aprendizaje. Para adquirir un nuevo conocimiento útil, normalmente nos informamos sobre él para que nos lo aclare. A continuación, intentamos incorporar lo que hemos comprendido poniéndolo a prueba. Podemos aplicar esta estrategia equivalente al silencio. Obtenemos algún conocimiento significativo de la quietud.

Es decir, en el momento en que podemos acallar nuestro cerebro, cuando podemos escuchar en lugar de hablar, podemos llegar a nuestras perspectivas más profundas, más discretas y, posteriormente, más impresionantes.

En el momento en que reflexiones sobre la Palabra, descubrirás cómo controlar tus consideraciones y no dejar que te controlen. Descubrirás cómo ser más consciente y menos receptivo.

Este artículo está compuesto según el punto de vista de que no sólo debemos experimentar la quietud de forma aislada, sino que debemos hacerlo con tanta frecuencia como sea posible. El silencio nos permite llegar a nuestras perspectivas más imaginativas y profundas mientras sintonizamos con nuestro cuerpo y nuestro entorno general.

Asimismo, debemos recordar que estamos destinados a ser sociales, mientras que el aislamiento debe ser capaz con la mayor frecuencia posible. Podemos utilizar Facebook, Instagram, etc. para asociarnos con otros mientras estamos fuera de casa. Sin embargo, no debemos confundir la vida actual con la condición humana.

Como lograrlo

Lo más importante para practicar el silencio es ser constante. No esperes que un día tengas mágicamente tiempo para practicar el silencio. Ni siquiera esperes que mañana tengas tiempo, porque lo más probable es que no lo tengas.

Haz del silencio una prioridad. Busca un lugar tranquilo donde puedas estar solo y donde no te molesten. Aunque no es necesario que te quedes sentado. Sí que tienes que apagar el teléfono. Cerrar la portátil o cualquier cosa que necesites para asegurarte de que no te van a molestar.

Una vez que hayas encontrado tu lugar tranquilo. Tienes que asegurarte de cerrar los ojos y silenciar tu mente respirando lentamente y concentrándote en tu respiración.

La respiración es importante. Es una función vital del cuerpo humano. Nos permite tomar oxígeno, expulsar dióxido de carbono y relajarnos.

Además de ayudarte a llevar más oxígeno a tus células. La respiración también te ayuda a relajarte liberando endorfinas en el cerebro que te hacen sentir bien y reducen los niveles de estrés. Esto te ayudará a conectar más fácilmente en ese momento íntimo de oración.