Skip to content
Home » Cuando la duda nos persigue

Cuando la duda nos persigue

Cuando

Cuando. En nuestra relación con Dios, todos tenemos momentos de dudas, y hay algunas justificaciones de por qué se produce la incertidumbre en nosotros. Una razón normal es cuando las condiciones parecen ser inconcebibles. Por ejemplo, es más sencillo la duda de que Dios revivirá a un individuo muerto que aceptará que curará a un individuo con el virus de esta temporada. Es más sencillo dudar de que Dios, ahora mismo, castigara a cada uno de tus adversarios con fuego del cielo, como hizo con Elías (2 Reyes 1), que acepte que Dios te dará equidad al llegar el Juicio Final.

Otra razón es el punto en el que experimentamos peticiones sin respuesta. En el momento en que nuestras peticiones quedan sin respuesta durante bastante tiempo, o cuando son obviamente denegadas, se hace más sencilla la incertidumbre de que Dios nos escucha.

Quizás te interese:  Dios está ahí para ti

Lo más terrible es que, cuando empezamos a tener incertidumbre, se concibe una cuestión más grave. Esta cuestión es que la presencia de la incertidumbre hace que nos sintamos menos seguros de que Dios responderá a nuestras peticiones. Esto se va deteriorando hasta que empezamos a dudar de si somos cristianos válidos. Empezamos a dudar de si somos realmente hijos e hijas reclamados por Dios.

Una fe imperfecta

Sin embargo, en general, lo mejor de todo es que Jesús no impidió que la solicitud llegara al padre del niño, a pesar de que éste tenía preguntas y su confianza era defectuosa. Tal vez te hayas sentido disuadido o desanimado por el hecho de que tiene sentido que tus preguntas te han impedido aceptar las respuestas de Dios. Sea como fuere, echa un vistazo a la admisión del padre del niño al que Jesús concedió una maravilla. “En efecto, lo acepto, pero ayúdame a vencer mi incredulidad”. gracias, hermanos, Jesús incluso trabaja con una confianza del tamaño de un grano de mostaza.

el centurión

Me parece obvio elogiar la confianza de este hombre, ya que es realmente una visión del mundo. Tuvo la opción de hacer lo que nunca nos proponemos: reconocer que, aunque en las profundidades de su ser necesario aceptar, ahora mismo estaba rebosante de preguntas. ¿Esto lo hacía menos necesitado de la aprobación de Jesús? No, en todo caso era una inversión notable. La autoridad necesitaba el favor del experto, pues su preocupación era doble: por un lado, la enfermedad de su hijo y, por otro, los importantes pesos de la incredulidad humana que llevaba sobre sus hombros.

La duda se asemeja a una sombra que se impone densamente entre Dios y nosotros, su espesor es tremendo hasta el punto de que no sólo nos impide ver que el Gobernante está ahí, sino que nos lleva a distraernos de sus tratos con nuestro beneficio.

Nosotros como humanos somos debiles

Suponiendo que supiéramos explotar cada una de las condiciones de nuestra vida, disfrutaríamos en la actualidad de todas y cada una de las instantáneas de la incertidumbre para persuadir a nuestra psique y a nuestro corazón de que somos personas ciertamente frágiles y absolutamente dependientes de la belleza de Dios. Pues esta peculiaridad que tanto trabajo nos da tiene su justificación esencial por estar en nuestra naturaleza actual, es decir, en nuestra humanidad.

Es importante explicar que no se trata de acentuar nuestra condición humana con el resultado final de razonar que se trata de un atentado, corriendo contra la norma, ¡gracias a Dios por nuestra humanidad! ¡Brillantemente al Maestro, que para recuperar su creación se hizo humano y posteriormente nos mostró para percibir lo importante que es nuestra raza! Actualmente, el hombre y la dama bombardearon a Dios y permitieron que el malicioso trajera el pecado al mundo, trayendo como una de sus ramificaciones, la carencia que nos lleva continuamente a la de Dios.