La frustración es parte de nosotros y de la vida. Es la inclinación que experimentamos, en mayor o menor grado, cuando no conseguimos lo que necesitamos o cuando nuestros anhelos se ven bloqueados. Con frecuencia se transforma en indignación, furia, agonía y amargura.
La frustración puede rastrear sus inicios en fuentes internas o externas.
Interior
Convicción de que somos lo suficientemente incapaces de lograr lo que anhelamos, poca confianza para ir en busca de lo que realmente queremos, sentimientos expectantes de temor a no encontrar la solución que necesitamos o a ser descartados.
Exterior
El modo de vida y la sociedad a la que pertenecemos, que de vez en cuando nos pide mucho y, en algunos casos, nos limita; las fundaciones públicas y, además, las personas que son esenciales para la mejora de nuestros acuerdos y nuestra ayuda gubernamental, activos como el tiempo o el dinero.
Cuando es positiva o no
Tanto si nuestra decepción es consecuencia de sentimientos y circunstancias genuinos o imaginados, dentro o fuera de nosotros, es vital fomentar la capacidad de conectar con este sentimiento en lugar de responder desde él.
La frustración puede ser positiva cuando nos guía hacia los puntos de los que realmente queremos ocuparnos y en los que queremos ocuparnos de nosotros mismos. Suponiendo que imagines que lo que te ocurre es porque eres desafortunado, debes reevaluar tu razonamiento para recuperar tu poder y hacer un movimiento para cambiar lo que está sucediendo. En el caso de que te hayas rendido ante el hecho de haber tenido algunas desgracias, será una oportunidad ideal para aceptar las caídas como un aprendizaje y abrazar una perspectiva de desarrollo.
La cuestión comienza cuando la decepción nos hace sufrir, cuando culpamos a los demás, cuando nos sentimos devastadoramente arrepentidos y cuando nos contamos a nosotros mismos una amplia gama de historias que no tienen nada que ver con el mundo real. En el momento en que la decepción nos lleva por este camino, entramos en un círculo negativo y excepcionalmente habituado. ¿Quién no ha sentido nunca alivio gritando, batallando y defraudándose a sí mismo? En cualquier caso, este componente de salvaguarda nos aísla de nuestra Quintaesencia real, de nuestro Yo más sabio y de nuestra capacidad de observación. Nos atascamos repitiendo una y otra vez todo lo que nos vuelve locos sobre nuestras condiciones.
Que podemos hacer
En el momento en que la insatisfacción se dirige con énfasis, se convierte en nuestro mensajero. El compañerismo sin restricciones con nosotros mismos nos sacará del pozo de antagonismo que supone la insatisfacción. Tenemos la oportunidad de escarbar dentro de nosotros mismos para ver lo que debería ir de verdad, intelectualmente, y sinceramente con extraordinaria consideración y auto-empatía. Lo principal que podemos hacer es acallar nuestra atención perturbada. En mi formación, lo principal que pido a mis clientes que logren trabajar desde un lugar tranquilo es que respiren plenamente y lleguen a lo que están encontrando en su cuerpo.