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No necesitas de otra persona para ser feliz

A lo largo del tiempo, se ha transmitido la idea de que encontrar una pareja razonable, casarse y formar una familia es esencial para lo que normalmente se percibe como “Felicidad”. Es una peculiaridad social basados en la idea de la pareja, según la cual cada individuo es deficiente en el caso de que no encuentre a alguien único para él.

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En contra de esta suposición, debemos recordar que tener un cómplice constante es sólo una de las opciones que tenemos a lo largo de la vida cotidiana y que hay numerosas formas alternativas de estar alegres sin tener una relación constante. Deberíamos ver las distintas motivaciones por las que lo más prudente para nuestro bienestar emocional es esperar que no sea fundamental tener un cómplice (aunque esto no signifique cerrarse a la posibilidad de salir o comenzar una relación de pareja).

Porque no es necesario

Los individuos que no tienen un cómplice consistente son más que adecuados en la búsqueda de la felicidad en numerosas partes de sus vidas, y aunque esta alegría equivalente también puede ser encontrada por las personas que viven en el matrimonio o el romance, la soltería nos ofrece perspectivas perpetuas día a día.

Tiempo para ti

Los individuos con un cómplice tienen menos tiempo libre y rara vez están dispuestos a centrarse únicamente en sus propias empresas, sueños y deseos.

Cualquier relación de pareja depende de la comprensión común y de hacer una amplia gama de ejercicios pensando continuamente en el otro individuo y recordando que cualquier elección debe satisfacer a los dos jugadores. Esto implica responsabilidad y esfuerzo; si este esfuerzo no se realiza de manera uniforme por parte de los dos actores, surgen problemas en la relación.

Conocer más de uno mismo

Ampliar la información sobre uno mismo es importante para asociarse con nuestras propias cualidades e intereses y buscar la alegría en ellos, no es un ciclo que espere que estemos en una relación de pareja. En general, es importante tener un contacto ordinario con los demás (para conocer nuestros diversos rasgos a través de ellos), pero no realmente uno particular.

La energía extra que nos da la realidad de no tener un cómplice nos permite igualmente comprometernos a conocernos deliberadamente a nosotros mismos, lo que nos permitirá encontrar cuál es nuestra identidad y cuáles son nuestros anhelos en la vida, así como nuestros objetivos, intereses y aficiones secundarias.