El problema de los sentimientos reprimidos son aquellos que no comunicamos deliberadamente y de forma directa, sino que más bien los ocultamos o negamos. Esto puede ocurrir por múltiples factores, como el miedo al rechazo, la vergüenza o la convicción de que comunicar determinados sentimientos es incorrecto o inadmisible. Por lo general, la represión familiar actúa como un elemento de protección adquirido desde la infancia, cuando se nos enseña a reprimir los sentimientos que se consideran perturbadores o mal intencionados.
La represión familiar no solo afecta a la persona a nivel individual, sino que también puede afectar a sus relaciones relacionales y a su capacidad para afrontar la presión y las dificultades cotidianas. Comprender qué son los sentimientos reprimidos y el entorno en el que se generan es fundamental para abordar sus efectos y saber gestionarlos de forma sana.
En este artículo, analizaremos la represión familiar para comprender con más profundidad por qué pone en peligro nuestro bienestar psicoprofundo, destacando los beneficios de una expresión verdadera y abierta de todo lo que sentimos.
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Causa de la represión
Las razones de la autodisciplina son variadas y complejas, y con frecuencia se basan en nuestros primeros encuentros y en el clima sociocultural. Uno de los principales impulsores es el temor a ser juzgados y rechazados. Desde el principio, muchas personas descubren que ciertos sentimientos, como el resentimiento o los problemas, no son bienvenidos por los demás, lo que las lleva a reprimirlos para evitar la insatisfacción o el conflicto.
Las prácticas sociales y normales también desempeñan un papel importante. En muchos órdenes sociales, existen suposiciones sobre cómo las personas deben actuar de acuerdo con sus sentimientos. Por ejemplo, a los hombres se les suele aconsejar que no muestren debilidad, mientras que a las mujeres se les puede disuadir de expresar indignación. Estas normas pueden provocar una asimilación de sentimientos no expresados, lo que afecta a la salud personal a largo plazo.
Las experiencias horribles y los acontecimientos desagradables también contribuyen a la autodisciplina. Las personas que han sufrido lesiones pueden reprimir sus sentimientos como una forma de protegerse del sufrimiento y la muerte. Esta ocultación puede ser una reacción transitoria y versátil, pero con el tiempo puede causar problemas mentales y médicos profundos.
Además, la niñez y la adolescencia influyen en la forma en que manejamos nuestros sentimientos. Suponiendo que vivimos la infancia en un ambiente en el que no se permitía o se rechazaba la comunicación de los sentimientos, probablemente supimos cómo reprimirlos para evitar problemas. Comprender y comprender estas causas es el primer paso para abordar y vencer la represión interna.
Consecuencia de reprimir esas emociones
Reprimir los sentimientos puede tener consecuencias graves y negativas en muchos aspectos de la vida. En un nivel profundo, el constante ocultamiento de los sentimientos puede provocar problemas difíciles, como ansiedad, depresión y otros problemas de estado de ánimo. La falta de expresión profunda impide la aparición de estrés y puede aumentar la presión interna, lo que provoca un grave deterioro de la salud mental.
Resultados actuales
En verdad, la restricción profunda también puede manifestarse de diversas maneras. El cuerpo y el cerebro están estrechamente interconectados, por lo que la acumulación de sentimientos no expresados puede provocar alivios psicosomáticos, como migrañas, problemas estomacales, hipertensión y enfermedades coronarias. La presión constante que surge por no comunicar los sentimientos puede debilitar el sistema inmunológico, haciendo que el cuerpo sea más vulnerable al alivio.
Consecuencias sociales
En el ámbito social, la restricción profunda puede afectar negativamente las relaciones interpersonales. Las personas que no expresan sus sentimientos pueden parecer distantes o indiferentes, lo que dificulta la conexión sincera con los demás. La incapacidad de comunicarse de manera directa y honesta puede dar lugar a suposiciones erróneas y conflictos, lo que daña las relaciones con los amigos, la familia y los socios.
Asimismo, la falta de expresión profunda puede limitar la capacidad de resolver conflictos de manera eficaz, ya que los sentimientos no comunicados pueden crecer y detonar en momentos inoportunos.
Consecuencias profundas
A largo plazo, la restricción profunda puede provocar una falta de carácter y autenticidad. Las personas pueden sentirse desconectadas de sus sentimientos y deseos actuales, lo que influye en su confianza y capacidad para tomar decisiones que realmente las beneficien. Percibir y abordar los sentimientos reprimidos es fundamental para mantener una cercanía adecuada al hogar y un bienestar físico y social.